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entre los cinco y siete años periodo de oro del arte infantil


En esta etapa el niño canta mientras dibuja, baila mientras canta, relata historias al tiempo que juega en la bañera o en el jardín. En lugar de permitir que cada forma artística progrese con relativa independencia de las demás, los chicos pasan con desenvoltura, y hasta con entusiasmo, de una forma a otra, las combinan o las oponen entre sí. Comienza así una etapa de sinestesia, un período en el cual, más que en ningún otro, el niño efectúa fáciles traducciones entre distintos sistemas sensoriales, en que los colores pueden evocar sonidos y los sonidos pueden evocar colores, en que los movimientos de la mano sugieren estrofas poéticas y los versos incitan a la danza o al canto. Este estallido de actividad artística en el umbral de la etapa escolar constituye a mi entender el hecho (y el enigma) central del desarrollo artístico. Se puede hablar, sin exageración, de un florecimiento de las aptitudes durante este período. ¿Pero debemos por esto concluir que el niño de cinco, seis o siete años es un pequeño artista?

Muchos han respondido afirmativamente a esta pregunta, por encontrar en el arte infantil los antecedentes esenciales de la posterior maestría artística. Partiendo de los criterios educativos de Rousseau, algunos profesores de arte, como Herbert Read, han visto en los años de la infancia un período de oro del desarrollo artístico, una etapa que puede desvanecerse con rapidez y que los docentes y los padres tienen la responsabilidad de alentar.

Howard Gardner. Extraido del libro, Arte, Mente y Cerebro. Una aproximación
cognitiva a la creatividad

La televisiόn es el principal agente formador de la cultura del niño/a


Bob Esponja

 
El lenguaje audiovisual de la televisión es parte integrante de los procesos de desarrollo cognoscitivo del niño y lo acompaña en su crecimiento; expuestos al medio desde edades muy tempranas sus colores, luces, formas, palabras, sonidos y movimientos percibidos, contribuyen a su estimulación y son parte de la educación cultural del niño. Así se inicia un aprendizaje de la cultura audiovisual característica de nuestra época, en la que la programación televisiva, está formando nuevas generaciones de receptores.

Este modelo de televisiόn es el principal agente formador de la cultura del niño. El niño que nunca veía el televisor gozaba de una autonomía que el aparato arrebata hoy a sus descendientes. Esta pérdida de autonomía del niño adquiere su máximo exponente en la continua recepción de mensajes estéticos-culturales, de los cuales no sólo es receptor pasivo, sino a menudo también inconsciente y, desde luego, involuntario.

Los niños y niñas construyen su identidad y su realidad a partir de esa hiperrealidad (conjunto de imágenes formada por la publicidad, los productos de entretenimiento y que llega a nosotros a través de los medios) que los rodea, mas real si cabe que la realidad misma, donde los personajes mediados están mas presentes que sus propias familias y donde no hay distinción entre las representaciones bidimensionales y la realidad tridimensional. A partir de aquí, los niños aprenden a confiar en las imágenes, a considerarlas documentos en vez de construcciones, algo que siguen creyendo cuando son adultos.

CÉSAR JIMÉNEZ YAÑEZ Universidad Autónoma de Baja California
ROSALBA MANCINAS CHÁVEZ Universidad de Sevilla

¿por qué el arte es bueno para el aprendizaje en los niños/as? 20 razones

según MOCHA The Museum of Children's Art, Oakland (EE.UU).



1. El arte estimula ambos lados del cerebro.

2. El 33% de los niños son aprendices visuales.

3. Hay estudios que demuestran que los niños que hacen arte leen mejor y sacan mejores notas en matemáticas y ciencias.

4. Los niños aprenden usando sus sentidos y el arte es ideal en este proceso.

5. Los niños necesitan un lugar en la escuela para expresarse.

6. El arte promueve la autoestima.

7. El arte estimula a los niños a prestar más atención al espacio físico que los rodea.

8. El arte desarrolla la coordinación entre los ojos y las manos.

9. El arte estimula el desarrollo perceptivo.

10. El arte enseña a pensar dejando finales abiertos. Representa una cultura de preguntas más que una cultura de respuestas.

11. El arte enseña que puede haber más de una solución para un problema.

12. El arte enseña a los niños a pensar creativamente para resolver problemas.

13. Los niños pueden compartir y reflexionar acerca de sus trabajos de arte y aprender algo de sí mismos y el mundo en el que viven.

14. Cuando el arte está integrado a otras materias del programa escolar los niños se comprometen más en el proceso de aprendizaje.

15. En el proceso de hacer arte el niño está expuesto a diferentes posibilidades, al descubrimiento, y a la libertad, de esta manera se evita caer en el control y predictibililidad de la educación convencional encontrada en los Estados Unidos de hoy en día.

16. El arte nutre el alma humana. Se siente bien haciéndolo.

17. El arte trae los recursos culturales de la comunidad dentro de la clase.

18. El arte involucra a padres y tutores en la escuela invitándolos a participar como voluntarios en diversas actividades.

19. El arte proporciona un medio, un piso en común, para atravesar estereotipos raciales, barreras y prejuicios.

20. El arte es valioso por sí mismo.

la idea de lo bello


Lark-Horovitz ha resumido la evolución del niño respecto a la idea de lo bello en los cuatro puntos siguientes:

1. El niño/a pequeño aprecia — artísticamente hablando— unidades reducidas y simples, como una flor o un adorno del vestido. En la primera infancia la apreciación estética se refiere a cosas concretas, como las señaladas. Poco a poco esta valoración apunta a objetos más complejos, como un vestido, unos árboles o un coche. En la fase de tercera infancia, preludio de la adolescencia, el niño descubre la belleza en rasgos de mayor elevación intelectual: la expresión del rostro humano, la figura corporal, el oleaje en un acantilado, la salida o el ocaso del sol, etc. El desarrollo de la percepción estética, ayudado en el futuro por el gusto personal, y el bagaje cultural artístico del individuo, habrá de ensancharse a lo largo de la vida del adulto.

2. El niño/a muy pequeño no puede separar sus propias actividades de la apreciación estética de los objetos o de su contorno. La unidad de concepto entre necesidad y belleza no parece ofrecer ninguna fisura. Por ejemplo, al niño de esta edad puede gustarle un parque determinado, porque en él juega libremente con sus compañeros, escondiéndose tras los árboles, subiendo a ellos tendiéndose sobre la hierba. Acción y agrado parecen, pues, confundidos estrechamente en la personalidad de estos niños. Progresivamente uno y otro concepto se separan hasta dar origen a un nuevo rasgo del genio infantil.

3. El niño/a mayor proyecta su estado emocional sobre el objeto artístico o sobre la naturaleza. Es la propia actitud infantil la que se refleja en los objetos, y de acuerdo con ella entrarán éstos o no en la categoría de obras bellas. Sólo parece comprender, durante la tercera infancia, la belleza en la medida en que las cosas reflejan sus propios sentimientos y emociones. Una tarde gris, cargada de amenazas de lluvia, acaso despierte más entusiasmo en un niño circunstancialmente melancólico que un cielo soleado. La selección de los objetos de arte de acuerdo con el estado emocional, que busca en la realidad una confirmación de sus propias apetencias, es un fenómeno característico de otros muchos aspectos socioculturales del mundo adulto.

4. El niño/a pequeño mide el valor estético de un objeto de arte por su moralidad. Para ellos, en efecto, lo bueno y lo bello son términos sinónimos. Esta situación se prolongará hasta la adolescencia e incluso de por vida en adultos con mentalidad sometida a esquemas muy simples. Los niños mayores distinguen, en efecto, la valoración moral y la estética, pero generalmente prefieren seguir la regla lógica de los más pequeños, es decir, prefieren considerar al «malo»de sus cuentos como un individuo feo, repulsivo y sucio, y al «hada» beneficiosa o a la princesa bondadosa e ingenua como unos seres hermosos por toda ponderación.

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